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¿Más es mejor?: por qué en Argentina tomamos dosis altas de ibuprofeno y paracetamol

Siempre toma ibuprofeno en su presentación de 600 mg, no importa si el dolor de cabeza es leve, o tiene una molestia muscular. Si tiene fiebre, dice, opta por el paracetamol 1 gramo. Y cuando a su hija de 15 años le duelen los ovarios, Florencia Kaminsky, diseñadora textil, 48 años y madre de dos adolescentes, manotea ese mismo blíster que guarda en su mesita de luz y le «convida» un comprimido. ¿Por qué no opta ante estos síntomas por las presentaciones de venta libre, de 400 y 500 gramos respectivamente? Kaminsky levanta los hombros, y responde: «Como son más fuertes supongo que harán efecto más rápido», dice sin cuestionamientos.

El ibuprofeno de 600 mg y el paracetamol en su presentación de 1 gramo son los medicamentos más vendidos en las farmacias, los que más se consumen y los que más aumentaron sus dispensas entre 2021 y 2022, según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA). Además de su lugar destacado en el podio, el dato que llama la atención es que si bien existen dosis más bajas y de venta libre, efectivas también para bajar la fiebre o aliviar un dolor leve a moderado frente a una inflamación -como el ibuprofeno de 400 mg y el paracetamol de 500 mg-, los argentinos siempre preferimos las concentraciones más altas, las más fuertes, las más potentes. El fin es que la molestia desaparezca «ya», ahora mismo si es posible.

¿Existe una recomendación para que la población en general, y ante un eventual cuadro de fiebre, por ejemplo, elija el paracetamol 1 gramo en detrimento de su versión de venta libre? ¿Cuál es el motivo que justifica la dispensa de más de 12 millones de unidades de ibuprofeno 600 mg, como sucedió el año pasado, contra los 4,5 millones de la dosis de 400?

Ibuprofeno y paracetamol: un consumo banalizado

«Yo creo que los argentinos hemos banalizado el consumo de medicamentos. Lo banalizamos como lo hacemos con el consumo de marihuana, de alcohol en los adolescentes. Es decir, hemos aprendido a no proteger la salud y eso lo hacemos banalizando el cuidado. Es un problema que está instalado. Y una de las principales cuestiones que atenta contra eso es la publicidad. Un medicamento no debe publicitarse. Además, en el caso de los medicamentos, siempre es excesiva -dispara Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y director de FundarTox-. Por otra parte, a los argentinos nos caracteriza la ansiedad, entonces la gente cree que un ibuprofeno de 600 es mejor que el de 400, que un paracetamol de 1 gramo es más eficaz que el de 500. Queremos inmediatez en la solución de los problemas».

El de los argentinos no es un caso excepcional. Según datos de la sociedad española de farmacia, en ese país sucede algo parecido, ya que la venta de los productos con dosis más fuertes, que deben venderse bajo receta aquí y allá (pero que en ambas latitudes es un requisito que no se exige en todos los casos) duplican a las de venta libre.

Desde la óptica de Damin, que también forma parte de la Red Científica Internacional de la Comisión de Drogas de Naciones, las sociedades argentina y española tienen muchos puntos de coincidencia, incluso en las normativas con respecto a los medicamentos. «Las leyes en España son muy parecidas a las nuestras. En otros países europeos son mucho más cuidadosos con los medicamentos. Un médico no debería sobreprescribir, y un farmacéutico no dispensar sin receta. En otros países, incluso, la gente no solo no reclama medicamentos sino que es reacia a tomarlos. Son tres características que no coinciden con la sociedad argentina o con la sociedad española. Por eso, de alguna manera, se repite aquí lo que sucede en España.

«El paracetamol por encima de 4 gramos por día es una dosis extremadamente tóxica», advierte Carlos Damin

Polimedicados: «De todo, y mucho»

Según la experiencia de Damin, vivimos en una sociedad polimedicada, automedicada y sobremedicada. «De todo lo que consumimos, consumimos mucho. Hay una alta tasa de automedicación y autoprescripción. Los argentinos nos indicamos medicamentos que son de venta bajo receta. Pedimos paracetamol 1 gramo a un amigo, un antibiótico a un familiar para que nos presten, que nos cedan un blíster de ese remedio. Convidamos medicamentos sin reconocer que todo fármaco tiene siempre efectos secundarios y adversos», advierte el especialista.

Con respecto a las cantidades, Danim reconoce que el consumo, mal administrado, puede rozar las dosis tóxicas. «El paracetamol por encima de 4 gramos por día es una dosis extremadamente tóxica que pone en juego la salud del hígado, porque cuando el hígado tiene una cantidad excesiva de paracetamol agota las reservas de algo que lo neutraliza, y entonces ese medicamente se vuelve en su contra -explica-. Por eso, lo recomendable siempre es usar el paracetamol de 500 gramos. Alcanzaría con que la gente leyera el prospecto, y se informe que puede tener efectos adversos cardíacos, además de hepáticos».

¿Más es mejor?

Tomar dosis más altas de analgésicos o antiinflamatorios no siempre mejora la velocidad de mejoría, insiste Damin, y en muchos casos puede aumentar los efectos adversos sin mejorar los síntomas. «Un paracetamol de 500 gramos tranquilamente podría bajar la temperatura, mientras que un ibuprofeno de 400 alcanzaría para disminuir un dolor frente a una inflamación. En el caso del ibuprofeno, el de 600 gramos claramente aumenta los efectos adversos gastrointestinales y cardiovasculares, y no tiene realmente una mejoría ni en el dolor, ni en la fiebre, ni en la inflamación».

Si bien los antitérmicos, como el paracetamol, tuvieron un incremento por los efectos adversos de las vacunas que recibió la gente por el Covid-19, Damin menciona que, en ese contexto, también hubo un uso indebido, ya que muchas personas, ante el temor de haber contraído el virus, se automedicaban. «Muchos querían saber si esos síntomas que comenzaban a manifestarse eran por el coronavirus, entonces concurrían rápidamente a la medicación para ver si se mejoraban o no. Lamentablemente, son conductas que quedan registradas, malas conductas que se aprenden y cuesta dejar atrás».

¿Cuándo están indicadas las dosis más altas?

Ambos medicamentos, explica el especialista, que en su trabajo como docente es profesor titular plenario de la cátedra de Toxicología (UBA), tienen indicaciones muy precisas. Si hablamos del paracetamol, un ejemplo son las fiebres muy altas que no logran ceder fácilmente. «Y en el caso de los antiinflamatorios pueden indicarse para dolores muy marcados, donde quizá el paciente comenzó con otra medicación derivada del opio, como la morfina, y después se lo pasa a antiinflamatorios en una segunda etapa, donde se requieren dosis más altas pero siempre bajo el control estricto médico».

Para revertir el fenómeno, fuertemente arraigado, Damin enfatiza: «Solo creo que esta situación puede revertirse con campañas muy amplias de promoción de hábitos saludables. La publicidad de medicamentos debería estar prohibida, o muy estrictamente regulada. La automedicación, si es consciente, ocasional y adecuada, puede contemplarse. El problema es que en nuestro país es excesiva y genera muchos efectos adversos y por ende muchas alteraciones en la salud individual y de toda la población».

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