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El cirujano Lotocki, procesado por homicidio simple por la muerte de un empresario al que operó dos veces en el mismo día

Aníbal Lotocki era el «cirujano de las famosas». Lo había denunciado en la Justicia y en los medios Silvina Luna, también su ex pareja, Pamela Sosa, Vicky Xipolitakis y Gabriela Trenchi.

El año pasado recibió una condena de cuatro años de prisión e inhabilitación para ejercer por las lesiones graves que sufrieron esas cuatro mujeres durante sus cirugías estéticas.

Como la sentencia no está firme -debe ser ratificada por Casación-, el condenado hoy camina en libertad.

Pero su situación procesal se complicó aún más este 2023 por otra causa. La muerte de un empresario de la construcción al que operó en 2021.

Cristian Zárate y Romina, en la única foto que la viuda del empresario aceptó compartir. Fue operado por Lotocki y murió. Ahora el médico fue procesado por homicidio simple.

Cristian Zárate y Romina, en la única foto que la viuda del empresario aceptó compartir. Fue operado por Lotocki y murió. Ahora el médico fue procesado por homicidio simple.
Por esa causa, Lotocki fue procesado este martes, sin presión preventiva. Pero seguirá libre.

Se lo considera «autor material penalmente responsable del delito de homicidio simple». Deberá presentarse en el juzgado cada 15 días. Además, lo embargaron por más de 4 millones de pesos.

«No vamos a hablar porque todavía no estudiamos el tema (con el equipo de abogados). Obvio que vamos a apelar. Porque todavía no se sabe de qué murió Zárate», le dijo a Clarín la abogada defensora de Lotocki, Ileana Lombardo.

La defensa se enfoca en que «en la autopsia y en la pericia médica sólo hay hipótesis. Pero no se determinó la etiología de la muerte».

Quién era el empresario que murió tras una cirugía con Lotocki

Cristian Zárate, de 50 años, entró al quirófano el 15 de abril de 2021 para que le saquen un leve exceso de grasa (el nombre técnico es dermolipectomía, algo muy parecido a la liposucción) y una hernia abdominal. El resultado estuvo lejos del esperado.

La situación se complicó en la clínica Cemeco de Caballito, donde Lotocki alquilaba un quirófano para seguir operando durante la segunda ola de la pandemia, mientras el Gobierno de la Ciudad había decretado que sólo debían realizarse operaciones de riesgo de vida, para asegurar camas que podían necesitar los pacientes con coronavirus.

Aníbal Lotocki, en su última audiencia del juicio que le iniciaron Luna, Trenchi, Sosa y Xipolitakis.

Aníbal Lotocki, en su última audiencia del juicio que le iniciaron Luna, Trenchi, Sosa y Xipolitakis.
Zárate quedó en observación después de más de dos horas en el quirófano. Se descompensó cerca de la medianoche y pudo ser estabilizado por el personal de la clínica, que debió intubarlo. Lotocki llegó una hora después. Mientras lo estaba revisando, su paciente entró en un paro cardíaco y tuvieron que llamar al SAME.

El fiscal Pablo Recchini había pedido ampliar la declaración indagatoria del médico por 18 puntos que la Junta Médica marcó en la pericia, y la calificación de homicidio culposo (de uno a cinco años) ahora cambió  a homicidio simple con dolo eventual. La nueva carátula tiene una pena que va de los 8 a los 25 años de cárcel.

La acusación apunta a que, debido a sus conocimientos como médico, a Lotocki se le presentó la idea de que Zárate podía morir ante las complicaciones, pero igual siguió adelante con la operación.

El empresario se había criado en una familia humilde de San Justo, en La Matanza, y vivía entre Ramos Mejía y Luján, donde había comprado terrenos para hacer casas. Tenía dos hijos de un matrimonio anterior, que al momento de su muerte tenían 16 y 18 años.

Romina Sicoli, quien era su pareja desde hacía cinco años, en su momento se había presentó como querellante (ya no lo es), asesorada por el abogado Mariano Lizardo, quien ya había ido contra Lotocki en otros expedientes penales y era amigo del empresario desde hacía 20 años.

La mujer dijo que cada novedad en el caso, que celebra, la envuelve en una espiral de dolor.

«Cada vez que pasa algo es volver a lo mismo. La misma película, en repetición, en loop. ​Pero respeto mucho al juez, que es el que lo detuvo en un principio, cuando Lotocki se atrincheró en la clínica. Fue la otra Cámara la que lo puso en libertad por una suma irrisoria de 5 millones de pesos», dijo en una entrevista.

Después, Romina habló con Clarín cuando el fiscal pidió el cambio de carátula y dijo que «los detalles de la pericia son escabrosos», señaló.

Pasaron más de dos años de la muerte de su «compañero de vida», con quien planeaba casarse en Italia y tener un hijo.

Ella, que es diseñadora textil, le advirtió reiteradas veces a su pareja que Lotocki había sido denunciado por muchas mujeres que pasaron por su bisturí.

«Pero él, un manipulador y psicópata, lo convenció de todo lo contrario, de que no estaba detenido, de que no tenía ninguna causa ni nada por el estilo. Y Cristian, que tenía 50 años, decidió hacerlo igual, por sus propios motivos», marcó.

El empresario le ocultó a casi todos sus amigos, incluido al abogado que luego oficiaría como querellante en la causa por su muerte, que iba a ir con este polémico cirujano. De hecho, dos días antes de la cirugía, la pareja había discutido fuerte por esa decisión.

Lotocki -que al empresario también le recomendó operarse la papada- jamás habló con la viuda. Ya resignada, ella se enfocó en recomendarle a su pareja que «por lo menos averigüe si tiene una UTI», una terapia intensiva en la clínica donde se iba a operar.

La clínica Cemeco estaba habilitada para una cirugía como esa, pero según el fiscal Recchini presentaba «serias infracciones legales e irregularidades administrativas», como carecer de director médico a cargo y no tener, justamente, una UTI reservada para una eventual derivación.

Dos datos clave

Romina contó que hay un «testimonio clave» de Pablo, un amigo de Cristian que lo acompañó a la clínica en lugar de ella, porque al regreso a casa iba a poder poder cargarlo mejor en el auto si el hombre seguía débil por la anestesia. Pero a Zárate «lo operaron dos veces el mismo día, en dos oportunidades distintas. Había perdido mucha sangre».

Pablo dijo que vio «cómo le pasaban sedantes en lugar de medicación o de trasladarlo» cuando se agravó el cuadro clínico y que «lo sedaron para que no gritara del dolor».

Pese a la condena mediática que recaía sobre Lotocki -hay que remarcar que la de la Justicia recién fue en 2022-, Romina insistió con que el empresario llegó a ese médico «porque lo vio en la tele, en Instagram», que «se había encaprichado con él» y que «no hubo manera de convencerlo de otra cosa».

Esto también es clave.

Desde Silvina Luna, que ya va camino al trasplante de riñón por, como dijo, «decisiones estéticas del pasado» (se operó los glúteos con Lotocki y las complicaciones derivadas son insuficiencia renal e hipercalcemia), hasta Xipolitakis, pasando por Gabriela Trenchi, otra de las mujeres que lo denunciaron, todas dijeron que dieron notas para alertar a la población sobre este doctor tan conocido.

Hay otro dato que no debería pasar inadvertido.

Además de que Romina le mostró a Zárate las denuncias que recaían sobre Lotocki, el empresario conocía a Gabriela Trenchi desde los 16 años. Entonces, l hombre tuvo cerca a una de las víctimas y el abogado que la representaba también era su amigo. Aún así, lo eligió.

Gabriela Trenchi, una de las mujeres que denunció y logró la condena a Lotocki, era amiga de Zárate. Foto Instagram

Gabriela Trenchi, una de las mujeres que denunció y logró la condena a Lotocki, era amiga de Zárate. Foto Instagram
Pagó 6.000 dólares de seña por las cirugías. «Ese día había hecho cinco operaciones. Jamás me dieron factura. Imagínense la plata que hacía. Mínimo 30.000 dólares», agregó la mujer y remarcó su deseo de que «mientras la Justicia determine si va a cumplir su condena o no, Lotocki no siga trabajando ni promocionando la mierda que hace».

Lotocki fue aprehendido en la clínica tras la muerte y luego liberado. Pero 24 horas más tarde, al momento de la indagatoria, el juez decidió detenerlo acusado de homicidio culposo y mala praxis.

En su declaración, el médico dijo que «Cristian era un paciente difícil, que no se dejaba atender».

La pericia que cambió la carátula

Uno de los puntos que complicaron su situación refiere a que la Junta Médica consideró que a Zárate le realizó «múltiples intervenciones» en un mismo día, cuando debió haberlas efectuado «en diferentes etapas»; también que alteró la historia clínica al no dejar consignado que el paciente era diabético y fumador. Y que, por supuesto, no le realizó ningún test de Covid.

Además, que Lotocki no monitoreó al paciente de cerca una vez finalizada la intervención; no reservó unidades de sangre previstas para el paciente en caso de complicaciones y que debió recurrir a dos unidades de plasma que eran para otra persona.

Eso sí, el médico no se olvidó de hacerle firmar a Zárate un consentimiento de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER). Pero ese documento es considerado apócrifo, porque el cirujano no pertenecía a esa entidad.

Lotocki es cirujano, pero no hizo la especialidad de cirugía estética. Por ley, hasta que una reglamentación diga lo contrario, se le permite realizar cirugías plásticas. En su Instagram simplemente se autopercibe como «especialista en modelación corporal».

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