El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, volvió a la carga en su deseo de que Groenlandia sea parte de Estados Unidos, un interés que había expresado por primera vez en 2019 cuando hizo una oferta formal para comprar la extensa isla ártica a Dinamarca, pero el Reino danés lo rechazó.
En esta oportunidad, sin embargo, Trump parecería tener el apoyo del primer ministro de Groenlandia, Múte Bourup Egede, y un gran apoyo popular de los groenlandeses.
La isla de apenas 57.000 habitantes, cubierta en su mayor parte por hielo, sería una adhesión clave para los Estados Unidos. No solo cuenta con vastos recursos minerales, sino que estratégicamente le daría una proyección militar a los norteamericanos en el norte del océano Atlántico que hoy no tienen.
Groenlandia: Un punto débil en la seguridad marítima de EE.UU.
El experto en seguridad con base en Copenhague, Jacob Grönholt-Pedersen, describió a Groenlandia como “un agujero negro de seguridad” para los Estados Unidos y sus aliados, ya que sus 44.000 kilómetros de costa eran difíciles de vigilar y cualquier embarcación podría infiltrarse por esa zona y llegar rápidamente a las costas canadienses y estadounidenses.
“En varias ocasiones desde 2006, barcos extranjeros han aparecido inesperadamente o sin los protocolos necesarios en aguas que Dinamarca, miembro de la OTAN, pretende defender“, asegura el periodista de Reuters.
La detección de barcos extranjeros, incluido un submarino ruso, a menudo se ha producido por accidente, y el propio Trump insistió con poner un puesto de avanzada militar estadounidense en la zona.
Las preocupaciones de seguridad van más allá, y los expertos aseguran que el Pentágono describe el “peor escenario posible” cuando considera que barcos rusos puedan cartografiar el fondo del océano en la zona y desplegar robots que intercepten cables submarinos o cortarlos durante un conflicto entre Rusia y Estados Unidos.
| La Derecha Diario
Dinamarca: La figurita difícil de conseguir
La isla fue por siglos una colonia de Dinamarca, pero se convirtió en territorio formal del reino nórdico recién en 1953. En aquél entonces, Estados Unidos hizo una oferta para comprarlo así como le compró Alaska a Rusia en 1867.
Sin embargo, Dinamarca permitió que sea un territorio autónomo, con sus propias leyes, autoridades, justicia, y demás, por lo que Groenlandia aceptó quedarse dentro del Reino danés.
De esta manera, quedó sujeta a la constitución danesa, lo que significa que cualquier cambio en su estatus legal requeriría una enmienda constitucional tanto en Groenlandia como en Dinamarca.
Es por esto que Trump ha ofrecido un resarcimiento económico a Dinamarca, no solo a los groenlandeses, y busca replicar la expansión territorial que hicieron los grandes presidentes de los Estados Unidos en el pasado.
Canadá: La otra gema que Trump quiere sumar a su guante
En medio del debate sobre la posible compra de Groenlandia, Trump se lanzó por un botín aún más grande, y propuso en una sucesión de tweets que Canadá vote para sumarse como el Estado número 51 de los Estados Unidos.
“Los Estados Unidos no pueden soportar más los masivos déficits comerciales y los subsidios que requiere Canadá para sobrevivir. Si Canadá se uniera con Estados Unidos, no habría tarifas, sus impuestos se reducirían drásticamente y estarían totalmente seguros de las amenazas de Rusia y China“, dijo en un posteo en su red social, Truth.
En una conferencia de prensa este martes, aseguró que está dispuesto a usar las “fuerzas económicas” (en contraposición a las fuerzas armadas) para conseguir su objetivo, de que Canadá sea anexado por los Estados Unidos.
De concretar este sueño imperialista, Estados Unidos sumaría a Canadá como su Estado número 51 y a Groenlandía como un territorio no incorporado (como Puerto Rico), en la mayor expansión territorial desde el siglo 19, consolidando al país como la única fuerza en el norte del continente americano y con una visión absoluta de la región, tanto marítima como aérea.